«”Escribir, para mí, es dibujar, pintar. Me sería imposible escribir en la oscuridad”. Estas palabras de Juan Ramón Jiménez son el testimonio de una fractura. Ahondan en esa falla abierta entre los autores oscuros, incapaces de habitar las artes intermedias, y aquellos que funden medios artísticos para huir de esa misma oscuridad. Tal oposición llega a producir itinerarios inversos, como los emprendidos por Juan Ramón, quien empezó estudiando pintura para abandonarla, progresivamente, en favor del libro, y el de Marcel Broodthaers, que migró desde el mundo literario al de las artes visuales.»