«Esta vinculación con la tradición barroca relacionada con la vanitas, es un procedimiento moderno y romántico, en el sentido de permanecer limitando felizmente con la ficción, el espiritismo o la adivinación. Hay en Elizondo una necesidad de llegar a espacios como la pintura, el dibujo, la fotografía y el cine, permaneciendo entre la melancolía propia de una escritura basada en una anatomía del cuerpo de la ficción y la alegría que le lleva a no volver a escribir una novela como Farabeuf.»