«Estos modos experimentales contemporáneos podrían entenderse, a pesar del formalismo de sus gestos poéticos y estrategias retóricas, como tentativas de desplazamiento de la idea de autonomía formal del film para problematizar y redefinir el cine como una práctica social de supervivencia. Si dañar la imagen implica, como motivo, una retórica quizá ya desactivada en su eficacia crítica, pervive a través de ella un proceso que excede con mucho sus resultados formales. La imagen dañada no sería así más que una suerte de trampantojo que escondería el carácter político de estos cines, no solo como una determinada producción y articulación de imágenes, sino como un espacio de redefinición de capacidades, colaboraciones, y saberes en torno a ellas.»