«En la idea del reportero obtenemos un referente metodológico para la investigación y narración artística, y en el adjetivo plástico, a su vez, un anclaje material (materialista) que permite, de manera casi simultánea, vincular la preocupación por los medios y los entornos del arte —ausente en la noción de proyecto artístico, tal como elabora Montero— porque recupera la reflexión sobre los objetos. (¡Qué osadía! How rude…) El interés en el reportaje plástico, pues, de pronto deviene estrategia de desobediencia epistémica, gracias la potencia disruptiva del anacronismo en un mundo que demanda —desvergonzadamente— una absoluta sincronía temporal con las metrópolis epistémicas.»