Sentir OXXO / Una revisión del uso de la tienda en la producción visual en México

Arte y Trabajo BWEPS*

Publicado el 2017-03-05
"Tal vez la muerte pueda ser reducida a formas fijas, aunque sus registros supervivientes se hallen en su contra. Sin embargo, lo viviente no será reducido, al menos en la primera persona; puede resultar diferente en lo que se refiere a terceras personas vivas. Todas las complejidades conocidas, las tensiones experimentadas, los cambios y las incertidumbres, las formas intrincadas de la desigualdad y la confusión, se hallan en contra de los términos de la reducción..."
Raymond Williams

Estás dentro de un OXXO, cualquier OXXO. En Oaxaca o Michoacán, León o Nuevo León, Tijuana o San Cristóbal: OXXOs hay en todos lados. Eso lo sabes. Lo que no sabes, pero sí sospechas, es que OXXO tiene más de 14,000 tiendas en todo México y que la cadena ocupa el 73% de todo el mercado de las tiendas de conveniencia. Alguien te contó una vez que el OXXO se fundó en Monterrey —lo que no te dijeron es que de eso ya hace casi 40 años (1977)— y que su meta era venderle más cerveza a la gente. Todo el mundo compra cerveza, de donde sea, en donde sea.

Pero si vendes cerveza, esa demanda, digamos, natural, no basta. Lo que quieres es que compren TU cerveza y no otras cervezas. Así pensaron los dueños de la Cuauhtémoc Moctezuma y el OXXO fue la tiendita donde podías comprar solo cerveza de la Cuauhtémoc y botanas y cigarros. De hecho, y esto no lo sabes ni lo sospechas pero sí te lo has llegado a preguntar: el nombre OXXO viene del símbolo %. Así se anunciaba que se vendían bebidas alcohólicas en el local y de ahí —gracias a la alquimia de la mercadotecnia y el diseño gráfico— surgió la palabra OXXO. Pero de ahí no surge el éxito, ni siquiera surge de sus cervezas, pues bien sabes que, aunque ahorita estés en un OXXO (que no se nos olvide, estamos y estaremos siempre en un OXXO), tú prefieres la C***** o la V******* o la P****** por encima de la Indio o la Dos Equis —pero el Seven está a tres cuadras y el OXXO está aquí nomás—.

El éxito está en otro lado, en quien te cobra y en su familia. O en sus amigos. En 1982, el OXXO creó el concepto de “líder de tienda”, maravilloso eufemismo que ni tú ni las personas que hacen fila junto a ti conocen: un líder de tienda es un comisionista que trabaja en compañía de su familia, atendiendo todos un mismo OXXO. Este es un limbo que no habías siquiera imaginado. Quien te atiende es un obrero que, sin serlo, tampoco es un patrón. Los patrones son FEMSA, también conocida como Fomento Económico Mexicano S. A. B. De C. V. tanto en la Bolsa de Nueva York como en la Bolsa Mexicana de Valores, donde cotizan junto a una de las más grandes embotelladoras de Coca Cola Company en el mundo, que posee el 20% de acciones de Heineken International.

Esto ya lo habías escuchado por ahí. Lo que no escuchaste —porque eso de los negocios no es lo tuyo o porque no lo dijo quien quiera que haya dicho lo anterior— es que FEMSA nació en el remoto 1890, como asociación de empresarios cerveceros y vidrieros originarios de la ciudad de Monterrey, al noreste del país, hasta su expansión regional en Latinoamérica a comienzos de este siglo y su reciente diversificación en el negocio de venta de gasolinas y medicamentos. FEMSA ha sido uno de los protagonistas históricos de los procesos de modernización industrial, comercial y financiera a nivel nacional, teniendo como punta de lanza científica y think tank la universidad privada, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).

En este punto te gustaría resumir. Entonces dirías que OXXO gana por la flexibilidad, la liquidez y la velocidad para hacer circular un tipo restringido de mercancías trasnacionales que a través del dinero acercan a propietarios privados de una localidad hasta entonces percibida como distante. Y aquí te preguntas si acaso el OXXO no cumple la vieja misión histórica de los mercaderes y usureros de servir a los dueños de los centros de producción: después de las guerras, religar los restos sociales en un lenguaje cosmopolita monoteísta: precio y logotipo. El impulso teórico se apodera de ti y recuerdas a tu vecino o a tu primo con el que fumabas marihuana los domingos y al cual dejaste de frecuentar cuando conseguiste trabajo. Ahora lo imaginas sacando conclusiones y aplicando términos postcoloniales, haciéndote notar que la ciencia, en estos casos, no se aplica para incrementar la productividad o mejorar la calidad de lo manufacturado, sino para localizar y relocalizar el producto proveniente del Centro en la mente y el cuerpo periféricos. Algo así diría él. Pero tú, piensas, al OXXO solo vienes a “apagar tu sed”, “satisfacer tu antojo” y “calmar tu hambre”. Tú vienes aquí por lo que te hace falta. Vienes junto a tus vecinos, el oficinista y la ama de casa. Te formas con ellos para pagar en caja los productos elegidos. Pero ¿qué de significativo tiene esto? ¿Qué de singular?

Y como a esta hora la fila es muy larga y no tienes ya a donde mirar, decides hacer lo que cualquiera en su sano juicio haría: scrolleas tu celular. Entonces te encuentras con memes y notas, comentarios sarcásticos sobre un OXXO que sí parece ser singular y significativo. Un OXXO que un artista puso en una pinche galería. Y si dieras los clics indicados, te encontrarías con textos del Villoro, del Yépez, de la Avelina y de tu propio primo o vecino marihuano al respecto. Te detienes un poco pero no mucho, lo suficiente para rozar interrogantes que siempre prefieres no hacerte con respecto al arte contemporáneo. Lo que siempre se te ha antojado tan ajeno ahora parece que quiere acercarse a tus dinámicas más íntimas y cotidianas: el OXXO y tú, tú y el OXXO.

Aquí te percatas de algo que ya habías notado pero no articulado. Al igual que en cada esquina de México, el OXXO está presente en la producción visual del país. Recuerdas la infinidad de memes, video bromas y hasta porno amateur circulando en internet. Imágenes que te demuestran que la exitosa tienda de conveniencia es el lugar menos conveniente de México, pues generalmente documentan de manera cruda e ingeniosa las precarias condiciones de producción que hacen de OXXO uno de los negocios más rentables de FEMSA; una realidad que solo intuías cuando preguntabas si ya no tenían Coca Zero fría y veías al cajero meterse detrás del refri para satisfacer tu demanda. Esto te genera la ansiedad de querer sacar conclusiones.

Esta ansiedad sería mayor si supieras que antes de que el artista contemporáneo mexicano más reconocido a nivel internacional, toda una pléyade de artistas han incluido en su producción la estética de la tienda donde compras tus caguamas. Esto no tendrías por qué saberlo, pues en su mayoría, estos artistas están apenas saliendo de la escuela de arte y lo que hagan o deshagan ni siquiera aspira a la visibilidad de la #LadyOxxo.

Te resulta muy difícil imaginar, por ejemplo, cómo podrías haber conocido los dibujos de la serie Améxica: ciudad amurallada, donde el artista Javier Barrios aborda problemáticas migratorias y culturales de la relación México-EU. Aunque tú sabes que OXXO no es una empresa estadounidense, puedes ver que para el artista es un elemento importante, ya que evidencia la exitosa inserción de las fórmulas y modelos empresariales norteamericanos en la realidad económica de México. No es casual que FEMSA represente en México los intereses de Coca Cola Company, que has oído nombrar como “las aguas negras del imperialismo Yankee”. En los dibujos de Barrios, verías que el letrero de OXXO ocupa lo que en la arquitectura maya se conoce como crestería, un remate sobre el techo de forma trapezoidal, común en edificios de piedra pero que el artista dibuja en edificios de palmera y adobe. Estos dibujos te recordarían, como parodia, al diseño arquitectónico de OXXO en inmuebles coloniales que a su vez son concurridos destinos turísticos como Guanajuato o San Miguel de Allende; patrimonios coloniales a los que más de una vez durante la licenciatura fuiste a ponerte hasta la madre.

Lo que no te habría sido difícil es encontrar la divertida ironía de las piezas que formaron parte de la exposición colectiva Bienal arte D’OXXO, un proyecto de la artista Lourdes Martínez que consistió, a grandes rasgos, en el uso de la imagen de OXXO y las mercancías de la tienda como requisito y material para crear las piezas de la muestra y que Natalia Ibáñez Lario ganó con su obra, Oxxo y Rosas. Quizá tu mayor satisfacción al conocer esta bienal es el hecho de que apele a la precariedad que asocias tan fácilmente con el OXXO y lo que ahí se vende, además de contrarrestar la pedantería y el lujo de las ferias de arte que has llegado a visitar aunque te generen una hueva imposible. A estas ferias has terminado yendo pues se han vuelto un requisito de la agenda del ocio en la ciudad donde vives, haciéndolas opciones tan viables para una cita como ir al cine o a un concierto. En este punto, la curiosidad ya es suficiente como para que te enteres que Bienal arte D'OXXO es el resultado de una exploración que Martínez ha realizado desde 2013 y que dio inició con VidaOxxo, que para Martínez implica una reflexión sobre la vida mediada por OXXO, por las mercancías que distribuyen y la particular atmósfera decadente y chatarra del negocio. También te enteras que en 2014 la investigación de Martínez derivó en un hashtag #vidaoxxo que es un archivo en línea que ha divulgado entre la comunidad de artistas de Guadalajara y que se extendió a otras ciudades del país. Sigues tus impulsos, y buscas el hashtag en tu celular y te encuentras con que VidaOXXO ha transitado por diversas plataformas tales como video, un recital de poesía, juegos de mesa y hasta un encuentro de artistas en un OXXO de Guadalajara. Estos proyectos de Martínez identifican formas de vida capitalista endémicas de OXXO. Por lo tanto, permiten entender cómo es que opera este ecosistema neoliberal —donde siempre se pregunta si uno quiere redondear—  en relación a la producción de subjetividades. Está chido esto del arte OXXO, pensarías, y no se te haría tan descabellado que haya varios artistas jóvenes que trabajen con el imaginario de la tienda: seguramente todos ellos también compran sus tiliches más básicos en el OXXO. Te volarías un poco la barda y hasta se te ocurriría que el OXXO podría ser una categoría, y que todo lo que no sea susceptible de venderse en un OXXO puede etiquetarse, de facto, en lujo o artesanía.

Sigues buscando y buscando, el OXXO está en todas partes y ya no sabes si es una imposición o una decisión. Y ahora te preguntas si odias o agradeces la existencia del OXXO: ha sido de gran ayuda saber que está abierto cuando el papel higiénico se te termina en horas inconvenientes de la madrugada, pero también te ha llegado a frustrar el tener que llegar a sus anaqueles, hacer fila y tragarte su comida, pues cada vez que lo haces, recuerdas que tu quincena se está terminando o que aun no te depositan los honorarios de tu última talacha.  La fila no avanza y te caga tener que aguantar borrachos tres de cinco veces que vienes al OXXO.  La música del cajero te exaspera y... ¿Alguna vez has tenido ganas de quemar un OXXO? ¿Qué pensarías si vieras semejante video de Adela Goldbard, parte de la serie Paraalegorías? Para hacer los videos, la artista trabajó en colaboración con artesanos de Tultepec en estado de México: construyeron esculturas de cartón que emulaban algunos escenarios clave en las constantes olas de violencia que han golpeado a México en los últimos años. Y, aunque lo que hizo Goldbard fue recrear algunos hechos que hicieron noticia en los medios mexicanos, pues su interés es el empleo de la violencia extrema ya sea desde la protesta popular o desde la represión estatal y criminal, a ti el video que te llama la atención es el de un OXXO de cartón a escala natural, que es detonado y destruido por fuegos artificiales como si se tratara de la ceremonia de “Quema de Judas”, pero en este caso se trata de un ritual secular e irracional a gran escala. El video te recuerda las veces que has atentado contra la cadena (no te hagas, bien que te robabas chicles, chocolates o cervezas en lata cada que podías cuando ibas en la prepa) o las veces que has fantaseado con ser uno de esos “infiltrados” de las marchas del 2 de octubre surtiéndose de cheve y botana al por mayor. De hecho, piensas, gracias a su omnipresencia, el OXXO más de una vez ha sido escenografía de las dinámicas sociales más significativas del país. Aunque obviamente no lo especifica, el OXXO en llamas de Goldbard quizá reconstruye la quema de alguno de los 7 OXXOS en Hidalgo y estado de México por grupos civiles armados a inicios de 2014 o la de un OXXO en San Cristóbal de las Casas como parte de las protestas por Ayotzinapa en noviembre del mismo año, o hasta inconscientemente profetizó la quema de varias tiendas OXXO a inicios del 2017 por manifestantes radicales descontentos con el aumento del precio de la gasolina en San Bartolo, Puebla. Te pondrías contestatario, y llegarías a la conclusión de que la obra de Goldbard actualiza la máxima anarquista y sugiere que el único OXXO que ilumina es el que arde.

Echas a andar tu imaginación y te preguntas de qué tantas escenas más cotidianas y personales no serán los OXXOS: rupturas, amoríos, asaltos, pleitos... cuál sería tu sorpresa si te toparas con Los viajes del maldito de Leo Marz, un cortometraje de 2013. Si llegaras a ver el corto, su atmósfera post-apocalíptica y el uso de pase de diapositivas como recurso narrativo, te recordaría a una película que viste con una novia bien intelectual (que era poeta, bailarina, artista plástica y performer) y que te hizo sentir bien orgulloso porque el protagonista traía una playera de El Santo: La Jetée de Chris Marker. El personaje principal del corto de Marz se llama Ret Marut y “posee la habilidad (o la maldición) de teletransportarse espontáneamente entre distintas sucursales de OXXO. Sin control, sin dirección y sin desearlo” según narra la introducción del video. A Ret Marut le toma varios “saltos” poder comprar un Mountain Dew o unos Kit Kats. Más que la historia de Marut, seguramente encontrarías desquiciante el proceso de grabación del corto: fue realizado en 61 sucursales distintas de OXXO en la ciudad de Puebla y Leo Marz dirigió el vídeo vía mensajes de texto mientras el equipo de grabación se movía de sucursal en sucursal siguiendo las instrucciones del director. A partir de la ficción de Marz,  podrías ver el OXXO como una distorsión de la continuidad lineal espacio-tiempo de la ciudad, experiencia urbana esquizofrénica que homogeniza el consumo en todas las esquinas del territorio nacional, una materialización de la distópica “unidad nacional” tan ansiada por los tecnócratas del Partido Revolucionario Institucional.

Pero tu sesudo análisis se vería detenido de manera brusca pues, quizá por un error de teletransportación, un personaje encapuchado que ondea una bandera gigante de OXXO interrumpe por unos segundos la historia de Ret Marut. Y es que el artista Leo Marz inserta en su cortometraje unos segundos del video Clase obrera y liberación nacional de los artistas Joaquín Segura, Edgar Cobain y Cristian Franco. Esta pieza fue grabada en el Parque Fundidora en Monterrey en 2011 y te confundiría un poco, pues el encapuchado corre mientras ondea una bandera anarcosindicalista modificada con la imagen y el logo de OXXO. Desechas de inmediato la idea de un sindicato de líderes de tienda. Pero, pensarías, algo de significativo debe tener que el tipo corra por los alrededores de lo que alguna vez fuera la fundidora de acero más próspera del país y hoy no es otra cosa que “un museo de arqueología industrial”, como te dirían Segura, Cobain y Franco si pudieras hablar con ellos; de hecho, seguramente te contarían cómo el video comenta la precarización de la protesta sindical desatada por la fosilización del capital industrial clásico. Y así, dándole vueltas al ridículo de la idea de un sindicato de “socios” del OXXO te darás cuenta cómo estos novedosos sistemas de negocio que tanto festeja El Financiero (en alianza con Bloomberg) imposibilita la disidencia obrera pues ofrece un estatus de ambigüedad laboral (ni dueños, ni empleados) que cancela cualquier tipo de empatía y hace uso de estructuras laborales precapitalistas: la organización feudal del negocio familiar o la organización neocolonial de la tienda de raya que originan formas semi esclavistas de trabajo.

Si pudieras conocerla, no tardarías mucho en darte cuenta que la pieza Oxxoland, de Óscar Farfán, funciona como un cruce entre las preocupaciones de Los viajes del maldito y Clase obrera y liberación social, pues trabaja con la creciente proliferación de tiendas OXXO en las ciudades mexicanas y las acciones poco éticas de FEMSA en el ámbito laboral, ambiental y mercantil. Oxxoland es una obra conformada por sesenta fotografías de establecimientos OXXO que reiteran la imagen genérica de las tiendas, como si se tratara de un déjà vu o de una teletransportación a la Leo Marz. Las imágenes captadas de noche, notarías, registran el logotipo de OXXO que invariablemente aparece en la fachada de cada esquina como la única fuente de luz presente en las composiciones.

Incluso, a manera de pie de página, las fotografías incluyen citas de portales de noticias sobre las prácticas corruptas de la empresa a nivel local e internacional, en ellas Farfán indica cómo contribuye FEMSA a la desestructuración de la economía y las dinámicas sociales de diferentes comunidades.  Ya sea inhibiendo la organización laboral mediante la represión violenta, atentando contra comunidades indígenas de escasos recursos o impactando severamente al medio ambiente.

Gracias a estos pies de página, verías a Oxxoland como el retrato de las esquinas de un país que se desmorona.

Pero tú sigues en la fila de tu OXXO más cercano, desesperado porque el cajero tarda demasiado en hacer un depósito. Tal vez le están dictando mal los números de cuenta.  Tal vez el sistema no funciona. Tal vez el morro está tan cansado que le cuesta poner atención a lo que le dictan, pero entonces te preguntas qué lleva a alguien a trabajar en un OXXO, y piensas que debe haber pocos trabajos tan pésimos como el de atender un OXXO, y esta convicción te divertiría mucho si te enteraras que de 2009 a 2016 el artista Leonardo Barrera Macías desarrolló Muchas gracias por ser como eres, una obra desafiante y compleja que consiste, en pocas palabras, en ejecutar varios empleos para crear, desde la experiencia vivida, una lista de Worst Places to Work (Los peores lugares para trabajar) y, claro, uno de esos trabajos fue el de ayudante de una tienda OXXO, el cual ejerció en 2015.

A pesar de lo que te podrías imaginar gracias a un sin fin de prejuicios que la gente tiene sobre los ayudantes de un OXXO, Barrera no obtuvo el empleo en el primer intento. Pero, lejos de considerarlo como una muestra de cierta exigencia de la empresa, tus prejuicios aumentarían al enterarte de los pormenores de esta anécdota, pues el artista sospecha que dicho rechazo se debió a que en ese primer intento puso en su solicitud que contaba con estudios de bachillerato.  La siguiente oportunidad se le presentó en una feria de empleo de Aguascalientes, y ahí Barrera dijo que el máximo de estudios que tenía era secundaria, con lo que su perfil laboral fue el adecuado para desempeñar el “altísimo” puesto de ayudante de tienda. Si pudiera contarte la historia él mismo, Barrera te diría que en su primer día de trabajo recibió un pin que decía: "Aprendiendo a servirte", y que a partir de entonces decidió “servir para nada”. También te contaría que otro de los oscuros mensajes motivacionales con los que fue adiestrado rezaba: “Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa” y juntos llegarían a la conclusión de que el objetivo de esta exigencia motivacional es obvia y consiste en minar cualquier posibilidad de organización obrera en el OXXO.

Barrera te mostraría los registros que hizo mientras trabajaba en el OXXO, y te darías cuenta que este trabajo llega al extremo de usar el OXXO como un laboratorio de producción de arte contemporáneo, haciendo una residencia de artista en la tienda. Verías que, al igual que las condiciones laborales de la empresa, las piezas de Barrera son precarias. Las fotografías que te mostraría son tomadas con la cámara de un celular, los performances utilizan las mercancías y materiales de trabajo de la tienda y el resultado de 7 años de trabajo en los peores empleos se concentran en el formato de un libro con forma de folder color paja, que te recordaría de inmediato a los folders donde se entregan las solicitudes de empleo. Tal vez te pondrías a pensar en las prestaciones que te dan o no te dan en el trabajo que tienes o que te espera al terminar la carrera, y entonces te preguntarías si tu situación laboral es o será muy distinta a aparecer, como Barrera, desnudo en la bodega o meditando en un pasillo delante de unas toallas femeninas.

El tedio ya es demasiado y recurres a mirar las revistas que venden en tu OXXO más cercano. La variedad no es mucha. En su mayoría, son revistas en las que hay una mujer semidesnuda en la portada y encuentras curioso el dato. ¿Qué oscuro mecanismo del mercado coloca al cuerpo femenino en la calidad de mercancía de OXXO? Recordarías, entonces, una que circuló hace no mucho en la red con cierto revuelo: después de estar sentada en una banca del Parque de las Riberas del río Humaya, en la ciudad de Culiacán, la artista Cutzi Salgado comenzó a quitarse la ropa. Una vez desnuda se cubrió la cabeza con una hielera del OXXO e inició su caminata por el puente Bimodal. Hasta acá lo que sabes del suceso, quizá si la temporalidad de las redes fuera otra, habrías podido enterarte de que la caminata formó parte de la obra Acciones para convertirme en los otros, realizada en 2016 y que se mostró en la exposición colectiva curada por Mónica Mayer Ni de Venus, ni de Marte… Feminismo, Arte y Diferencia, en Culiacán, Sinaloa.

Ahora recuerdas una nota publicada en Cultura Colectiva donde se decía que “las personas se acercaban a ella para tomarse selfies y video. #Ladyoxxo, fue el hashtag con el que la caminata de Cutzi se dio a conocer”, y te das cuenta que la caminata del cuerpo desnudo de Salgado con el rostro anulado por una hielera del OXXO no solo habla de las representaciones de mujeres semidesnudas en los OXXOS, sino del consumo, en general, de los cuerpos femeninos como si fueran una mercancía del OXXO y, además, el hecho de que la caminata se haya realizado en una de las ciudades más violentas de México, te hace pensar que todo esto que las redes redujeron a un hashtag fue un acto de denuncia dirigido a una sociedad que además de estar basada en el intercambio de mercancías, también está cimentada en la mercantilización y necroconsumo hiperviolento de cuerpos, en su mayoría femeninos. El resto de las publicaciones que ofrece el OXXO te ayudan a llegar a estas conclusiones: rotativos amarillistas en los que las ejecuciones y los feminicidios son la regla.

Ahora recuerdas algo que sucedía desde hace tiempo y que sigue pasando pero ya no es noticia: las hieleras de OXXO fueron un recurso material recurrente en el período conocido como Guerra contra las drogas iniciada en el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012) para guardar cabezas decapitadas de personas relacionadas con grupos criminales que se abandonaron como mensaje y amenaza en el espacio público. No lo sabes, pero si lo supieras te parecería curioso: en el sexenio de Calderón, el incremento de la violencia se dio en paralelo con el incremento de tiendas OXXO en el país.

Partiendo de esto, se te haría muy evidente el argumento de una pieza del 2012 del teórico y artista Alejandro Luperca Morales que se llamó Caja OXXO (Profanación). Luperca selló y llenó de arroz la hielera del OXXO con el peso equivalente a una cabeza, para después enviarla por carretera a Chihuahua, donde sería parte de una exposición. Como bien sabes, 2012 fue un año de suma militarización del territorio mexicano y, como era de esperarse, la caja llegó a Chihuahua profanada por un militar, una profanación que estaba predicha, como te lo haría notar el título de la pieza. Es una lástima que no hayas conocido esta pieza en su momento.

Caja Oxxo (Profanación) , Alejandro Luperca, PDF, 7 págs., 2012.

Caja Oxxo (Profanación), Alejandro Luperca, PDF, 7 págs., 2012.

A estas alturas, ya cansado de muertos y escotes, vuelves a mirar al cajero, esperando que tu mirada funcione como el látigo del capataz que haga avanzar la fila. Pero él sigue sin ser capaz de introducir el número de cuenta. Y ahora tu odio pequeñoburgués se concentra en él, en su rostro lleno de acné y en su música y en su cabello repleto de gel y, por último, en su precaria juventud. ¿Cuántos años tiene? ¿estudia? ¿qué panorama, qué aspiraciones puede tener si trabaja en un OXXO? Quizás el complemento ideal para la escena habría sido que justo en ese momento entrara en peregrinación Mónica Castillo con su grupo de alumnos de la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda coreando Himno de la juventud, como en aquel perfomance de 2013 en donde iban de OXXO en OXXO rimando con un carácter desanimado:

En este estado del mundo

Se alza la juventud nacional,

Armada con celulares y el dinero de sus papás

Juventudes eternas, sumisas y dependientes.

Anhelando independencia pero sin carencias.

Cayendo en la deuda emocional.

Comprar en monopolios,

es la idea de la libertad,

Pertenecer al consumo

y el bienestar aparentar.

Hubiera sido genial y... un tanto angustiante porque después del esperado shock performático algunos clientes se habrían sumado a la peregrinación e incluso hubieran prendido encendedores como si fueran velitas navideñas. Te habrías dado cuenta pronto que su condición de fuerza de trabajo joven del siglo XXI es también la tuya, su clase es tu clase, la clase creativa, y también te habrías dado cuenta que El himno de la juventud suena más actual que el patriotero himno nacional que te hacían cantar todos los lunes antes de entrar al aula. Quizá para actualizarle, piensas, el himno nacional debería modificar algunos versos: "Un empleado del OXXO en cada hijo te dio". Hijos de la nación y del TLCAN, el tan mentado TLCAN que, al decir de los noticieros, no le agrada nada a Trump. ¿Será tan mal negocio, como él dice? ¿Sobrevivirán los OXXOs a su administración? ¿Hay vida después de los OXXOs? Tantas marihuanadas te hacen sentir nostalgia, después de todo fue ahí donde compraste tus primeros cartones de Sol y preservativos, cuando aún no había promociones de SIMIcondones. Quizás el grupo de peregrinos artistas guiados por Castillo —Ángela Barraza, Valente Yee, Alejandra Luna, María Emilia García, Christian Quero, Karla de Jesús, Daniel Martínez, Betzabeth Torres y Claudio Pérez— compartirían tan complejo malviaje, los mismos ritos iniciáticos mediados por FEMSA.

Himno a la Juventud,  Ángela Barraza, Valente Yee, Alejandra Luna, María Emilia García, Christian Quero, Karla de Jesús, Daniel Martinez, Betzabeth Torres, Claudio Pérez para la clase Desarrollo de Proyectos impartida por Mónica Castillo en La Esmeralda, Video, 3 min, 2013. (Si quieres ver el video haz click sobre la imagen)

Himno a la Juventud, Ángela Barraza, Valente Yee, Alejandra Luna, María Emilia García, Christian Quero, Karla de Jesús, Daniel Martinez, Betzabeth Torres, Claudio Pérez para la clase Desarrollo de Proyectos impartida por Mónica Castillo en La Esmeralda, Video, 3 min, 2013. (Si quieres ver el video haz click sobre la imagen)

Pero Castillo no entró y la fila apenas avanza, para distraerte te quedas mirando el billete con el que vas a pagar lo que tienes en las manos. ¿Qué ves en el billete? ¿Los símbolos que lo habitan se corresponden con el paisaje que tienes a la vista? ¿Qué haría Netzahualcóyotl si entrara en un OXXO? ¿Y Juárez? ¿Sor Juana? Y entonces encontraría pertinente las imágenes de una pieza firmada por un tal Juan Caloca, que aparece titulada como Estado terminal, pues en ella verías un billete de 50 nuevos pesos mexicanos con la imagen de Cuauhtémoc, un billete que ya no circula pero que recuerdas de tu infancia y al que el artista agregó el logo de OXXO. El destino que imagina Caloca para Cuauhtémoc no es el mismo que tú imaginaste para Nezahualcóyotl, pero lo entenderías, ya que narra la transición del último tlatoani mexica, que después de la liberalización de la economía dejó de representar papel moneda para ser estampa de cerveza y luego tienda de conveniencia. Verías también otro agregado del artista: en el soporte de la pieza hay X en azul y en la parte superior una columna griega en miniatura. Con esto te darías cuenta de lo que Caloca pregunta con esta obra: ¿Quién ostenta el poder de la representación: El Estado o el mercado?

Juan Caloca, Cultura oxxidental, acrílico, billete de 50 nuevos pesos, aerosol y resina sobre madera, 20 cm x 30 cm, 2016.

Juan Caloca, Cultura oxxidental, acrílico, billete de 50 nuevos pesos, aerosol y resina sobre madera, 20 cm x 30 cm, 2016.

Pero lo que tú te preguntas ahora es dónde encuentras un OXXO que funcione. Y decides ir a ver el OXXO del artista. Un artista, se supone, hace la cosas bien y quieres ver si este, el más famoso artista contemporáneo mexicano, logró hacer que su OXXO sí funcione, que te cobren rápido, que las tres cajas jalen y así. Ahora ya no estás en cualquier OXXO, ni en Chiapas ni en León ni en Oaxaca ni en Campeche. Estás en la ciudad de México, en la colonia San Miguel Chapultepec, finalmente estás en el OROXXO. El OXXO que Gabriel Orozco abrió en la galería kurimanzutto para que operara durante 30 días hábiles. ¿Qué es lo que ves ahí?

En primer lugar, además de lo obvio (que estás en una galería y eres parte de una obra de arte contemporáneo), ves que en este OXXO no hay dinero de por medio. En la entrada, te dan un billete que es mitad peso mexicano, mitad dólar norteamericano, y en cuyo centro unos diseños geométricos que luego te enteras que son de la serie Samurai Tree del líder de tienda Gabriel Orozco. Te explican en la recepción que el billete equivale a cualquier mercancía de la tienda, menos bebidas alcohólicas, cigarros, medicinas o los productos intervenidos por Orozco. Tienes la opción, te dicen, de intercambiar el billete o guardarlo. Caminas un poco y ahí está, una réplica exacta de un OXXO cualquiera. Entras en él y ves que el acomodo es el mismo, quizás un poco menos caótico que los OXXOS más concurridos. Las mercancías son casi las mismas, solo que en frente de cada estante están las versiones intervenidas de manera similar al billete. Hay notables ausencias, como la comida rápida —los hot-dogs y los nachos—, que lástima porque traías un chingo de hambre. Es evidente que se trata de un OXXO adulterado.

A pesar de que no es tu costumbre, este OXXO te despierta las suficientes dudas como para que te acerques al cajero a hacerle preguntas. Así, te enteras que, de hecho, él sí es empleado en otro OXXO, uno real, pero también que en ese OXXO no hay mucho trabajo, hay más personal del que regularmente existe en las tiendas te dice el señor, no hay asaltos pues ni hay dinero, ni modo que se lleven los papelitos y te das cuenta que al señor le emociona que la gente que asiste no es la misma que con regularidad frecuenta un OXXO, pues ha atendido a estrellas famosas y a políticos y le han dado autógrafos. Es más, te cuenta que los CEO’s de FEMSA visitaron la exposición y se molestaron de que sólo hubiera un refrigerador de Coca Cola y tres de Pepsi, ¡vaya lío!

Después de un silencio incómodo por tu falta de habilidad comunicativa, notas que la réplica del OXXO no es el límite de la exposición. Así que sigues tu camino y llegas al OROXXO propiamente dicho, que te recibe con una gráfica de pastel de 300 columnas y 10 filas concéntricas. Justo cuando creías que estabas entendiendo todo, te complican la cosa. Típico. Pides ayuda al amable personal (empleados de la galería) y te dicen que la gráfica representa y sugiere en abstracto la estrategia económica que Orozco diseñó para la distribución y consumo de las piezas del OROXXO. En el espacio, te dicen con una sonrisa, se encuentran desplegados sobre una larga repisa los 300 objetos intervenidos. Miras que los piezas están organizadas por afinidades materiales que por color o que por textura o que por diseño.

No puedes darte cuenta de que hay una notable diferencia entre la pieza de Orozco y la de los demás artistas que han trabajado con el OXXO porque, recuerda, no conoces estas piezas, solo el OROXXO. La verdad es que no necesitas conocer las demás obras para darte cuenta de que la inserción de la producción de Orozco en un OXXO artificial le permite al artista modelar un mercado para su producción como si se tratara de una escultura. Lo que necesitas es, quizás, una cierta sensibilidad, misma que se te atribuirá como resultado del recuento hipotético de arte OXXO precedente. Entonces te pones agudo y cavilas: la pieza central de la exposición es la menos visible y está esbozada en la gráfica de pastel que representa, dirías, un modelo económico artesanal que es generado por el propio artista. ¿Cómo hace esto?

Orozco anticipó tres posibles compradores dentro del modelo económico escultórico que le darán movimiento mercantil a las obras intervenidas del OROXXO. Los tres tipos de comprador son: el coleccionista privado, el museo o fundación y el suertudo (que podrías ser tú, podríamos ser nosotros o podría ser cualquiera menos, quizás, el cajero). Para la primera categoría se ofrecen a coleccionistas privados la edición 2 y 3 a un precio promedio para el mercado del arte entre 30 mil y 15 mil USD cada pieza. En la segunda categoría se ofrecen la edición 4, 5, 6, 7 y 8 a museos y fundaciones públicas o privadas que tienen por objetivo promover el arte contemporáneo, en esta categoría los precios son más accesibles y oscilan entre 7 mil y 600 USD. En la última categoría se ofertan la edición 9 y 10 a un precio que fluctúa entre 120 y 60 USD, para estas ediciones Orozco seleccionará personalmente a los compradores, ya que la galería y el artista quieren evitar especuladores de arte como tú. La venta no se ejecuta de forma lineal sino multidireccional y se ofrece por paquetes regulados por lógica de la escasez ya que de la serie 3 a la 8 la cantidad de obras disponibles disminuye exponencialmente.

Mientras unos dicen que es una exitosa crítica al mercado del arte, otros dicen que es un intento fallido de crítica disfrazado de juego Monopoly y arte conceptual neoliberal. En cambio el OROXXO para ti es un modelo escultórico de mercado. Orozco usa como material estructural de la obra la totalidad del proceso de producción, es decir la santísima trinidad: producción, distribución y consumo. Ahora, como cereza del pastel, buscas un nombre para esta tendencia y das con él. Un nombre que hace un guiño a la noción de obra de sitio específico, pues opera con el mercado como estas lo hacían con el espacio. Entonces llamas al OROXXO una obra de mercado específico, que demuestra que los mercados no son naturales, son artificiales, y por lo tanto deben ser creados y manipulados, no hay nada de natural ni espontáneo en el libre mercado.

Cuando lees el texto de sala te das cuenta de que describe lo mismo que han sentido la bola de artistas que han trabajado con el OXXO y que no conoces porque no los entrevistaron en Art21:

Gabriel Orozco elige trabajar con OXXO y no con otra empresa similar, que pudiera existir en cualquier parte del mundo, por ser un fenómeno cultural mexicano reciente y específico; “hablamos de una distribución y producción a nivel nacional, de una posible economía interna, que en pocos años se ha convertido en parte de nuestro lenguaje cotidiano, de nuestras bromas y emergencias, de nuestros iconos que son parte de nuestra cultura, educación y paisaje visual y cultural… ”

De hecho, te recuerda a lo que tu primo el marihuano hablaba el otro día, de una supuesta “estructura del sentir” del Raymond Williams. Y le marcas y le preguntas y él te responde, tan viajado como siempre:

El concepto de sentir desafía la dicotomía entre público y privado, asimismo la de institución versus espontaneidad. Para Williams, el sentir es una estructura pre-emergente, entre lo residual y lo emergente, que ejerce una presión histórica ambigua contra la cultura hegemónica no desde la experiencia vivida y representada, sino desde la experiencia presente, vital, sin representación. Se trata de una contrahegemonía embrionaria, sin hechos ni formas bien definidas, que se deja ver en impulsos, acentos, tonadas, tropos, siempre más próximos al habla de un niño o un aprendiz que de un hablante competente o racional.
El sentir de una época puede corresponder a un conflicto de clases singular, entre ellas y en el interior de cada una, siempre y cuando la clase también se active como lucha cotidiana y no como estamento rígido. Siguiendo a Gramsci y a otros clásicos, Raymond hace suya la perspectiva de la reproducción de la vida, las condiciones que permiten que, a pesar de los conflictos de clase y el desgaste físico, un productor vuelva a producir, una y otra vez se levante a trabajar. En el esquema clásico marxista, la reproducción se afianza precisamente en los modos de circulación y de consumo, vías de movilidad y disfrute del sujeto, donde el OXXO halla su especificidad e impulso.
Aplicado al arte, se diría que una obra —dicho así, en el pasado del verbo obrar— forma parte ya de un sistema artístico, y en cuanto tal, de cierta hegemonía. Por su parte, aunque de resonancia “fragmentaria”, la palabra pieza denota un origen o una pertenencia a un todo. Pues bien, el sentir del que hablamos no es lo uno ni lo otro sino lo que se alimenta de esas realidades, tanto de lo que ya no es considerado una obra de arte como de lo que no es rastreable como pieza. Por decirlo de alguna forma, es pre-artístico: una presión social ambigua contra el arte consolidado, o parafraseando a Rudolf Bahro, “realmente existente”.
Hoy, ser pre-artístico es de alguna manera colocarse entre la artesanía y la chatarra, o bien, entre manufactura y diversión, tomar elementos residuales y virtuales de todos los días para organizar un circuito. La galería vende “productos” y la tienda exhibe “piezas” (de maíz, cebada, azúcar y gluten mayormente). Entonces es posible comprender la división del trabajo contemporánea, y en nuestro caso el sentir OXXO, más acá de su imponente realidad neoliberal, como contrahegemonía latente en la que se descubren, a ambos lados del mostrador, artistas, ayudantes, transportistas, curadores, cargadores y líderes de tienda como un solo cuerpo larvario de trabajo y embriaguez, aún por hallar su justo antagonismo...

Se corta la llamada y le vuelves a marcar y dice la señorita que el saldo de tu amigo se ha agotado te sugerimos realizar una recarga. Te diriges a la caja por una recarga pero te dicen que no se puede, no tienen conexión. Te encabronas porque ya no tienes tiempo-aire y dejas de pensar en arte y se te olvida lo que dijo tu primo el marihuano. Mejor le haces como el Ret Marut y te teletransportas a otro OXXO pues ya es tarde y todavía no encuentras el Mountain Dew ni la hielera de unicel donde meterás la cabeza de tu primo después de arrancársela porque sabes que por marihuano y dialéctico nunca te regresará las llamadas.

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*Arte y Trabajo BWEPS es un grupo de estudios multidisciplinario de Biquini Wax EPS para analizar el arte contemporáneo bajo el modo de producción capitalista conformado por Alejandro Gómez Arias, Bernardo Núñez Magdaleno, Gustavo Cruz, Roselin Espinosa, Mauricio Andrade y Daniel Aguilar Ruvalcaba.