All My Life

Bruce Baillie

Bruce Baillie es uno de los pioneros del cine de vanguardia realizado en la Costa Oeste de Estados Unidos hacia finales de los años sesenta. Sus filmes transitan entre el registro en plano secuencia de acompañamiento musical (All My Life), el trabajo formal desde una postura lírica, libre y poética de la composición y las múltiples exposiciones (Castro Street) o la documentación mítica de un personaje mexicano (Valentín de las Sierras). 

"Un poeta metafísico del cine de vanguardia de la posguerra, Bruce Baillie fusiona el espacio interior y exterior a través de una manipulación sensual de las superficies fotográficas", escribió Ed Halter sobre el trabajo del cineasta.

Baillie nació en 1931 en Aberdeen, Dakota del Sur y murió en San Francisco en el 2020; sirvió en la Marina de los Estados Unidos durante la Guerra de Corea; y estudió cinematografía en la London School of Film Technique, se instaló en el área de la bahía de San Francisco en los años 50. Comenzó a hacer su primera película en 1960, y al año siguiente fundó la distribuidora Canyon Cinema junto con Chick Strand, basada en el modelo de la Cooperativa de Cineastas de Nueva York. “Inmediatamente me di cuenta de que hacer y proyectar películas son actividades que van de la mano, así que conseguí un trabajo en Safeway, pedí un préstamo y compré un proyector”, dijo en una entrevista con Scott MacDonald.

En su corto de casi tres minutos con la banda sonora de Ella Fitzgerald All My Life (1966) se oculta una anécdota. Cuenta Baillie que lo que le impulsó a hacer esta filmación “fue la calidad de la luz durante tres días de verano” en la costa de California. Tras varios días de admirar la luz, él y un amigo comenzaron el viaje de regreso  a San Francisco, cuando de pronto se dijo: “¡No, no puedo darle la espalda a esto!” Así que sacó su trípode. Y el resultado es el que nos revela el ojo-cámara que se pasea lentamente sobre una valla de madera enmarcada por cielos azules y flores rojas.

Hay correspondencias armónicas entre los acordes del piano, las irregularidades de la valla de madera, los estados de ánimo y los azules y rojos intensos del verano, la voz profunda y dulce, la brisa suave y la cadencia del movimiento de la cámara.

En una ocasión el especialista en cine de vanguardia Adams Sitney describió a Baillie como el “maestro de un cine en el que los objetos y los paisajes liberan su energía interior”. 

Baillie expresaría lo mismo, pero a manera de pregunta: “¿Cómo se documenta lo invisible? Los asuntos del alma, en este caso los asuntos turbulentos del alma, aquello “que está en tránsito", ¿cómo registrar eso?”

Texto: María Virginia Jaua