La performatividad de las imágenes

Iván Pinto

Publicado el 2021-05-16

El libro de Andrea Soto Calderón interviene en la larga historia de una querella que tiene a las imágenes en su centro. Nos referimos al lugar al que han sido relegadas por la reflexión filosófica, un estatuto ambivalente que, siguiendo a Louis Marin (1993), las mantuvo históricamente destinadas a ser una copia pobre de la realidad, cuando no un simulacro engañoso que la ocultaba. Una suerte de lugar común que se repite incesantemente en la historia del pensamiento occidental, sobre el cual ya Martin Jay se había pronunciado en su conocido estudio en torno a la filosofía francesa del siglo XX como un “descrédito de la visión”.

En esta estela de reflexión, al menos desde tres décadas a esta parte, las humanidades han hecho eco de esta querella desde distintas tradiciones. No quiero aquí hacer de esta reseña un nuevo paper sistemático al respecto, si no solamente mencionar el llamado “giro icónico/pictórico” asociado a los nombres de Gottfried Boehm y W. J. T Michell; el proyecto de los Estudios visuales, como programa intelectual e interdisciplinario, o el interés que revisten de súbito en distintas disciplinas y corrientes de pensamiento (pensemos en las preocupaciones recientes de filósofos como Jacques Rancière, Georges Didi-Huberman, Marie Jose Mondzain, Mieke Bal, Susan Buck-Morss, Hans Belting o el propio José Luis Brea). A la luz de esto, no pocos autores estarían de acuerdo en que considerar el lugar de las imágenes es una tarea de urgencia para todo pensamiento vivo transformador.

El acercamiento reconoce y se inscribe al interior de este campo problemático, más no se le hace necesario recalcar o subrayar una determinada inscripción disciplinar. Justamente por esto y a partir de su vocación ensayística logra dar cuenta de un problema de alcances mayores que van más allá de la llamada “discusión bibliográfica” proponiendo así una lectura activa de los debates. Su escritura logra sintetizar varias aristas, sin soltar nunca el eje central de su preocupación: el lugar y potencia de las imágenes, su capacidad de acción, la posible función que revisten para la emancipación política. Todas cuestiones que pueden sonar ambiciosas, pero que en el desarrollo y la escritura logran resolverse con soltura, agudeza y agilidad. Parte de esta forma de abordaje desde un estilo sensible, fluido y a la vez preciso, tiene que ver con una necesidad de primer orden que le hace justicia a su objeto: la necesidad de ver claro, ver mejor, ver con lucidez. En el libro esto se traduce en (1) pensar a partir de los problemas no de las deudas disciplinares; (2) escribir montando lo heterogéneo para producir algo inédito.

La primera entrada que la autora realiza, va de frente a la querella ¿vivimos en un régimen contemporáneo de exceso de imágenes? ¿o se trata más bien de su escasez? Aquí la autora caracteriza el discurso iconófobo con precisión. Un discurso que tiene presencia en autores que van de Barthes a Vargas Llosa, de Wacjman a Dietmar Kamper pasando por Guy Debord, en el supuesto de una batalla binaria que Fernando Zamora (2007) ha definido transhistóricamente como la lucha entre iconoclastas e iconódulos. Aquí, es precisamente donde se cuestiona este binarismo, interrogando la materialidad y lógica propia de las imágenes, antes que negarlas o ensalzarlas. Se trata de pensarlas como “operadoras de diferencia”, en el sentido que le otorga la autora, darles lugar sensible en el plano del pensamiento.

Al discurso del “exceso” (ceguera o hipervisibilidad)  Andrea Soto Calderón redirige la pregunta por la visibilidad. Lo visible, nos dice, es  “una compleja escena de montaje que se ha intentado reunir y estabilizar bajo el nombre de imagen. El hecho que exista un gran numero de imágenes, no significa que haya mucha visibilidad. El mercado de las imágenes muestra más bien lo contrario, estandariza un tipo reducido de formas y los pone a circular, creando imágenes para consumir objetos y no miradas” (p.35).  Siguiendo aquí a Patrick Vauday (2009), las imágenes están al centro de una “invención de lo visible”, son “prefiguraciones o visiones de otros mundos” o incluso “aproximaciones de lo informe e indicios dinámicos de la apertura de fuerzas que trabajan el mundo vivo y los medios materiales” (p.27). Para confrontar esto- el uso, la lógica, la necesidad de nuevas imágenes para mayor visibilidad- precisamente encuentra en la obra artística y cinematográfica de Debord una forma de contradicción al discurso iconoclasta ¿cómo es posible que un discurso pueda ser ciego a su propio hacer con las imágenes? Soto propone aquí un ejercicio de deslizamiento, dando a ver que incluso ese pensamiento necesita una “puesta en imágenes”, por lo cual se trata, precisamente de orientarse a través y entre ellas.

Si el problema más bien es, para la autora, la falta de miradas, la repetición automática de lo que Deleuze llamó la “imagen-cliché” ¿cómo podemos pensar a la imagen en esos lugares donde se juega la de-sujeción, la des-automatización?  Se propone entonces una de las tesis importantes del libro: la tensión, apertura y crítica que significan las imágenes respecto a la representación: “Las imágenes están siempre en contradicción con la norma tradicional de la adequatio, su estructura es de interferencia, fractura apariencia de totalidad  (...) la imagen debe entregarse al shock de lo abierto, la negatividad” (p.50). La necesidad, entonces, de pensar desde esta bifurcación, saliendo de la lógica reproductiva, rasgar, precisamente, la noción de imagen, afectarla, ir más allá de la “síntesis, producción de imaginería, iconografía, reducción a lo figurativo...” para proponer, ahí, en el exceso a la representación- su des-adecuación- una posibilidad para un mirar (y un pensar) nuevo. El libro, desde aquí, plantea la necesidad de pensar esta apertura de fuerzas. Aquí es, precisamente, donde se hace necesario pensar su performatividad.

La idea de performatividad propuesta por la autora, se aleja de las variantes más cercanas a Butler y las teorías de género, por un lado, y por otras de las que la vinculan a la performance artística. Diría, más bien, que una de los aportes de este libro, es darle nombre a un eje que vincula materialidad, forma y agencia, desde recursos propios y heterodoxos. El tejido aquí planteado es preciso: discute elementos provenientes de lugares diversos como puede ser la filosofía de Bernard Stiegler, la dimensión “formativa” de Gilbert Simondon, la iterabilidad en Derrida o la propia “agencia” de la imagen como ha sido reflexionada por Horst Bredekamp, recursos que son abiertamente debatidos o apropiados, para formular algo que está en el centro del libro: “Podríamos decir que lo que es estructural de lo performativo no es tanto su capacidad afirmativa, que subsumiría su gobernanza a la lógica proposicional, si no su capacidad autogenerativa que se daría desde operaciones diversas”  (p. 70) lo que lo haría específico, entonces, desde sus palabras, es menos la lógica de la representación de otra cosa que la  “conformación de una realidad específica” (Ibíd). Aquí el libro toma rienda, y acelera hacia sus propias ideas. Se refiere aquí, no solo a su auto-generación, sino también a algo que excede su intencionalidad (crítica al hilemorfismo), su agencia y centralmente al lugar de la “forma”, de la dimensión propiamente formativa de la imagen como materia. Estos elementos, nos propone Andrea, buscan indagar en su lógica interna mientras sus ejemplos se acercan al cine de Lucrecia Martel o de Carolina Adriazola

En la última sección del libro, el libro propone muchas vías para pensar la poética de las imágenes. Ideas como “lo flotante”, “el aparecer”, “el detalle” y “la interrupción”, se vuelven aquí ejes sugerentes y ricos en los cuales el libro propone ya sus propias reglas del juego para la propuesta general. Las conexiones aquí con el pensamiento de Benjamin, Deleuze, Stiegler, Didi-Huberman, Flusser, entre otros, se vuelven interesantes y generadora de nuevas relaciones, al proponer una rica interpelación y lectura. 

El libro La performatividad de las imágenes se sitúa desde un pensamiento interesado y posicionado del lado de la creación, la crítica y la necesidad de lo que llama “imágenes improbables”, contrario a un acercamiento distante, desinteresado y clínico. Bosqueja la necesidad de un pensamiento vivo que transita en un universo saturado de imágenes y visualidades cliché, para volver a poner la pregunta por la mirada y la necesidad de nuevas relaciones para su transformación. Si el estatuto de las imágenes pasa a ser un problema político es por que vivimos en un mundo que usa y abusa de ellas para orientarlas al consumo, la obediencia o la idolatría, agregando aquí que el discurso crítico que las niega es un cómplice silencioso de ello.

Salir de ahí, abrir “la caja negra”, proponiendo un horizonte hacia nuevas formas del pensamiento a través de las imágenes, es la tarea ético-política que propone entre líneas la autora. Aquí, el rol de la imaginación como “modo de hacer” desprende una posición específica sobre el campo de lo político y el posible lugar del quehacer artístico y creativo para la transformación subjetiva y social. Unir esos lugares, tejerlos, formular un nuevo espacio donde estos enunciados puedan producir relaciones inéditas, forma parte indispensable del derrotero del pensamiento crítico contemporáneo. En el marco de una “crisis global de la imaginación política”, el lugar (y el tiempo) de las imágenes se encuentra en el nudo, así visto, de los dilemas de lo contemporáneo.

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La portada del libro incluye un dibujo del artista catalán Oriol Vilapuig.

Bibliografía

Marin, Louis [1993](2009) Poder, representación, imagen. Prismas - Revista de Historia Intelectual, vol. 13, núm. 2, julio-diciembre, 2009, pp. 135- 153. Universidad Nacional de Quilmes. Buenos Aires, Argentina.  Accesible en: https://www.redalyc.org/pdf/3870/387036808001.pdf

Soto Calderón, Andrea (2020). La performatividad de las imágenes. Metales Pesados, Santiago de Chile.

Vauday, Patrick (2009). La invención de lo visible. Letra Nómada. Buenos Aires

Zamora, Fernando. Filosofía de la imagen: lenguaje, imagen y representación. UNAM, 2007. México.

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Iván Pinto es crítico de cine, investigador y docente. Doctor en estudios latinoamericanos, Universidad de Chile. Licenciado en Estética de la Universidad Católica de Chile y de Cine y televisión en Universidad ARCIS, con estudios de Comunicación y Cultura (UBA, Buenos Aires). Editor general del sitio http://lafuga.cl, especializado en cine contemporáneo.